Cómo lo hace, no lo sé, para estar tan sonriente, para verse tan linda. Ella no cambia a la noche, continúa, se interna con ella en lo negro y lo rojo y ahí está ahora, igual a como estaba en la mañana. Como está todas las mañanas de cada día, como un todo casi completo, como una huella jamás vista, profunda y marcada sobre la nieve más fría, sin hojas de árboles, sin pájaros visitantes. Una nieve sobre el mismísimo frío atravesada por unas botas que no se asustan. Unas botas con ganas de caminar porque ya escogieron su camino y allá van.