Los cuentos inconclusos

era la intelectual del pueblo, la maestra, aquélla mujer que dominaba los signos, que domaba el trazo del lapicero o de la tiza en el encerado. Además, no sólo sabía cosas, sino que también conocía el terrible secreto de cómo contarlas, lo que llenaba de alegría a los habitantes del pueblo, y de desasosiego a ella . Y es que, aunque le encantaba inventar historias, crear personajes, imaginar sus vidas, también tenía el íntimo temor, que quién sabe cuándo apareció, de que al finalizar un relato también terminaría su vida.

Alguien le había dicho en una ocasión que la princesa Sherezade, aquella de las Mil y Una Noches, había conseguido hilvanar una historia interminable, compuesta de pequeños relatos cuyo final siempre se hacía esperar. Cada uno de ellos siempre dejaba una puerta abierta al siguiente, y al siguiente, y a muchos más, y en esa historia creyó ver la solución a su problema y a su aflicción por una más que segura muerte una vez acabase el libro.

Fue así como concibió un curioso método. Solía plasmar sus historias sobre papel y siempre, cuando cerraba una historia, cortaba la hoja del cuaderno un par de frases antes del final. Igualmente, cuando relataba uno de sus cuentos a los niños del pueblo siempre se detenía poco antes de acabar y pedía a los niños que imaginaran un desenlace, el que más gustase a cada uno.

Pasaron los años, y la maestra de los cuentos inconclusos vio pasar la vida en el trasiego de la aldea. La maestra nos dejó cuando era ya muy, muy mayor y hasta el día anterior estuvo contando historias, historias que repetimos todavía hoy, siempre las mismas y siempre diferentes, pues cada cual inventa su propio final.

Ah, se me olvidaba. Su sobrino me trajo un día un sobre gris, de papel grueso, bastante abultado. No lo he abierto y es porque sé que en su interior hay muchos trozos de papel, tan grandes como para contener un par de renglones escritos a pluma. En todos estos años imaginé mis propios finales para los cuentos de la maestra y ... me daría mucha pena leer los que imaginó ella.