Queda lo más difícil

qué luto eso de elegir regalos con poca pasta y con mucha obligación. Si además los agasajados te importan poco o no son agradecidos, no te digo cómo se queda el cuerpo cada día 6 de enero ...

Y es que la compra navideña debe ser uno de los trabajos peor pagados del año. Correr, buscar, pensar, calcular, y todo en un día chicos. Hoy he estado en varios centros comerciales y la experiencia da para un estudio antropológico completo. La suerte es que terminé con lo mío rapidito y me pude dedicar a observar al personal. Por un momento pensé que en lugar de observador iba a ser la cobaya, pero no, encontré lo que buscaba y me senté a mirar.


He visto estrés, pero del bueno, del que inunda de adrenalina los pasillos. He visto discutir a parejas, resoplar a las abuelas ante los escaparates, hasta los críos iban a toda pastilla. Había gente sentada con la cara tan cansada como si hubieran terminado el maratón hace dos minutos. El cine vacío, la FNAC llena. El parking diminuto para albergar tanto coche. Atascos a la entrada y a la salida. Y caras felices también, las de aquéllos que llevaban, por fin, todas las bolsas a cuestas. Sin dinero pero con el objetivo cumplido: un regalo para mamá, papá, los hermanillos, los cuñaos, los sobrinos, ... qué dispendio tan mal disfrutado.

Ahora queda lo chungo, el día después, la apertura masiva. ¿Les gustarán mis regalos, me gustarán los suyos? Un ojo en sus reacciones y otro en romper el papel que lleva mi nombre. Por favor, que al menos salga bien lo primero, que me se me jode el día. Bueno, pase lo que pase, siempre quedará el Roscón, y un día sin ir a la ofi, que no es poco.

Y los Reyes Magos, por Palestina, ¿no?. Allí sí están realmente jodidos. Menos mal que Nazareth queda en el lado israelí ...