Riña a garrotazos

estos días está el país revuelto, pero para bien. Las conciencias, agitadas, han ocupado un lugar junto al vaso de vino y el plato de sopa, incluso a veces son el primer plato de cada comida. Las opiniones, afiladas como dardos, cruzan la mesan esquivando vasos y botellas para clavarse en el corazón del oponente. No hay familia que valga cuando se trata de defender o atacar al super juez. Ataques, contraataques, fintas, crochet de izquierda y golpes directos a la opinión convencida de un tipo que, al igual que nosotros, normalmente no tiene mucha base teórica sobre la que sustentar su opinión. Duelo de voluntades, no de intelectos.

Estos días, señores, los medios nos obligan a discutir sobre temas sobre los que no tenemos ni idea.

siempre me pregunté por qué discutían estos dos