La fórmula mágica

casi nadie en mi entorno ha tenido hijos hasta pasados los 30, y es por esta razón por lo que los pocos nenes que circulan por mi vida todavía son demasiado pequeños para que ni sus padres ni yo nos preguntemos qué va a ser de ellos cuando sean adultos. De momento reímos sus gracias, sus primeras palabras, las sorpresas que nos dan al aprender tan rápido. Sin embargo, mis amigos buscan ya la fórmula mágica para que sus hijos vayan "por el camino recto", al menos hasta que tengan la madurez suficiente para elegir por sí mismos qué hacer con sus vidas. Sería fantástico que encontrásemos una poción, al estilo de Panoramix, y mantener a nuestros niños libres de malas influencias, de trastornos psicológicos, de experiencias negativas, pero ¿existe esa secreta receta?


Miro a mi alrededor, y veo familias con hermanos tan diferentes entre sí que parece que se han criado en distintos hogares. Y no hablo de carácter. Hablo de eso que llamamos "la buena educación" o la mala para ser más exactos. ¿Por qué hermanos que han ido al mismo colegio, con edades similares y viviendo en la misma casa desarrollan trayectorias morales muy distintas? Es una incógnita para la que ni el más insigne pedagogo tiene una explicación plausible.