Programas de opinión
Me gusta oír los programas de tertulia política, o mejor dicho, me gusta a ratos. Disfruto con intervenciones cortas, claras y humildes de cada uno de los contertulios. Odio por contrario, las interrupciones, las clases magistrales y las tanganas. Es un placer escuchar a grupos de tres, cuatro personas con un nivel intelectual alto y gran experiencia debatiendo sobre asuntos importantes para todos. Siempre atiendo con atención a esos periodistas y analistas, y les envidio pues soy muy bocazas y un poco cotilla y a mí también me gustaría opinar después de haber indagado por los intersticios del Congreso y de los partidos.
De la oferta radiofónica, me gusta particularmente "Herrera en la Onda". Lo pongo en el coche cada mañana mientras voy a trabajar y aprendo un montón con Carlos Herrera y con sus eventuales colaboradores Hermann Tertsch, Pilar Cernuda, Nicolás Redondo, Carlos Rodríguez Brown, Antonio García Barbeito y otras mentes preclaras.
En la "tertulia" deportiva o del corazón la cosa cambia demasiado. Debe haber cierta relación entre el volumen de la discusión y el índice de audiencia para que la chusma chabacana monopolice los platós de televisión y los estudios de radio en los programas que versan sobre estas dos materias. Definitivamente, me quedo con la tertulia política.