Calles de barrio

Hace años, en una esquina pegada a la calle Francos Rodríguez, había una frase escrita en una pared semiderruida:

"Amor mío, no hay palabras"

Las letras estaban casi borradas por el paso del tiempo cuando unos jóvenes las repasaron con pintura nueva. Fue un homenaje al anónimo amante. Cuán afortunado consideré siempre a su destinatario de esas palabras.

De vez en cuando paseo por esa parte de la ciudad, el barrio de Estrecho, en el distrito de Tetuán de nuestra capital. La calle Francos Rodríguez corre desde la Dehesa de la Villa hasta Bravo Murillo. y en cada una de sus esquinas he vivido muchas alegrías y alguna pena. Un lugar hermoso, como todos en los que dejamos guardado un trocito de nuestra adolescencia.

Será que soy un poco simple, pero aquélla tapia desconchada me parecía un monumento de más importancia que muchas estatuas erigidas con pompa y orquesta o que los trozacos de hierro que pueblan las rotondas de mi actual vecindario.