escuchando a Ismael Lô en mi portátil mientras escribo este post, unas cuantas notas imaginadas entre dunas me trasladan en mi pensamiento a algún lugar inventado de África. Siempre me sucede cuando dejo que la música entre en mi cabeza sin prisa, en algún momento perdido del día. Quizá, al mismo tiempo, en otro lugar, real esta vez, haya un senegalés escuchando una melodía con raíces de guitarra española e imagine por un momento que está sentado en los escalones de la Alhambra o a la sombra de una encina de cualquiera de las dehesas castellanas, o frente a una playa del norte.