Una sonrisa por favor


Caminando por la vida te vas encontrando con gente de todo pelaje. Lustrosos, desastrados, dignos, humillados, prepotentes o humildes. Con todo, ninguno de esos adjetivos me dice nada sobre lo que me importa de una persona. Lo que realmente aprecio es encontrar gente que me haga la vida sencilla y me ayude a disfrutar cada día. Gente de esa que hace que la vida sea más agradable. Gente solidaria, gente amable. Los que forman este grupo son a veces personalidades muy trabajadas, gente abnegada que vive para los otros. Otras veces, son personalidades innatas, a quienes el azar dio la más preciada de las virtudes: la capacidad de hacer feliz al resto sin tan siquiera pretenderlo.