Es habitual en fitness, más que en preparación física profesional, que los practicantes se vean constantemente bombardeados por nuevas tendencias que prometen revolucionar el entrenamiento y, de esta manera, con menos esfuerzo, alcanzar los resultados que siempre han deseado pero que hasta ese punto se antojaban inalcanzables. Esto no solo es muy común en entrenamiento o ejercicio recreativo, sino en todo la industria que se nutre indirectamente de nuestros anhelos en materia de estética y salud.
Tal vez la tendencia que más está pegando en la industria en los últimos años, agarrando bien fuerte el testigo que dejó la electroestimulación como remedio a todos nuestros problemas, es la técnica o metodología de entrenamiento de zona media conocida como HIPOPRESIVA.
Cada vez que oigo hablar de estas nuevas técnicas, metodologías o sistemas de entrenamiento lo primero que hago es fijarme si lo practican aquellos entrenadores cuya validez profesional está fuera de toda duda. Entrenadores como Charles Poliquin, responsable de más medallas olímpicas que España en toda su historia, Mike Boyle considerado el preparador físico de más éxito en la NHL, o Athlete´s Performance, centro responsable de la preparación física de los elegidos en primer puesto del draft de la NFL en los últimos cinco años y responsables del acondicionamiento físico, entre otros muchos equipos, de la selección Alemana de Fútbol. En este caso, ninguno de estos dos entrenadores, ni la institución de la que hablo, practica esta metodología. No obstante, este argumento carece de toda validez científica y no significa que no sean útiles, tan solo que estos profesionales prefieren no practicarla.
Si seguimos analizando la bibliografía mínimamente sólida que existe alrededor del entrenamiento de la zona media y estabilización de la columna, no podemos dejar de lado a Stuart McGill, para mucho el principal experto en columna y todo lo referido a terapias orientadas a maximizar su estabilidad y solucionar problemas derivados sin pasar por quirófano. Para McGill es un error trabajar mediante la técnica denominada “Hollowing” que consiste en deprimir al máximo la cavidad abdominal como si quisiéramos tocar con al ombligo la columna. Según McGill, en sus estudios se observa que, de esta manera, la columna es menos estable y más vulnerable a estímulos externos. Esto se observa fácilmente cuando se le exige a un individuo que mantenga la curva fisiológica de la columna ante un estímulo y la magnitud mínima necesaria para hacerle ceder es menor cuando se practica esta técnica. Dicho de otra manera, la columna pierde su curva con más facilidad que con otros sistemas de contracción abdominal. No obstante, esto sigue careciendo de validez científica puesto que, según los defensores del sistema hipopresivo, esto tan solo se hace con el objetivo de mejorar el timing de reclutamiento del transverso abdominal, aún cuando he escuchado a varios profesores de este método promover este tipo de contracción como hábito, justo todo lo contrario que recomienda McGill.
Todo lo anterior carecería de validez científica, tal y como he dicho, e incluso sería un buen objeto de debate, si no fuera por el comunicado de la Federación Española de Medicina del deporte (FEMEDE) que dice cosas cómo las que paso a copiar textualmente:
“Se está asistiendo a un intento de sustitución de los abdominales tradicionales por un método denominado hipopresivo. Estos ejercicios, que se enseñan en cursos destinados a tal fin, carecen de validación y no existe ningún trabajo con un mínimo rigor científico que justifique su realización”.
Además, desmiente una teoría que los defensores de este sistema suelen utilizar desacreditar el uso de ejercicios abdominales más convencionales:
“ Los defensores de estos ejercicios indican que los abdominales tradicionales aumentan el riesgo de incontinencia urinaria. Esta aseveración carece de estudios científicos que lo corroboren”
No me gustaría ser yo quien desacredite este sistema que, por otra parte, no conozco en profundidad, pero tengo claro qué clase de fuentes de información merecen todo mi crédito y son, precisamente, las que he comentado anteriormente. Es posible que en el futuro se publiquen estudios con un gran rigor científico y en un journal serio que defienda esta metodología pero, de momento, está por llegar.