Cada cuatro días se salva una vida por un trasplante de médula ósea

Menos conocidos que los de órganos, representan el 40% del total de estos tratamientos El donante puede hallarse en la familia, pero de lo contrario se busca por todo el mundo

Leonor García málaga | Actualizado 16.02.2014




Las separa una barrera idiomática, pero las une su lucha contra una enfermedad grave de la sangre. Logran comunicarse porque tienen un lenguaje común: su fuerza frente a la adversidad. Hace nueve meses, ambas estaban en habitaciones de aislamiento del Hospital Regional esperando un trasplante de médula ósea y luchando por su vida. Hoy Margaret Hainess y Fuensanta García ríen sonoramente. Por encima de las mascarillas que aún llevan para protegerse de las infecciones, sus ojos chispean de alegría.




Margaret y Fuensanta son apenas dos del centenar de trasplantes de progenitores hematopoyéticos realizados el año pasado en el hospital malagueño. Con ese nombre, es lógico que estos tratamientos sean menos conocidos que los de riñón, páncreas o hígado. Pero bajo ese epígrafe tan rimbombante se agrupa el 40% de los trasplantes hechos en el Regional en 2013, año en el que se realizaron 152 de órganos y 100 de progenitores hematopoyéticos.




Estos no son otra cosa que transfusiones de células madre -de médula ósea (de ahí el nombre), de sangre de cordón umbilical o incluso de la sangre común con un procesamiento especial- que tienen la capacidad de curar. Resultan más difíciles de explicar, transmitir y comprender, pero salvan casi tantas vidas como los trasplantes de órganos.




"No conozco a mi donante, pero me ha dado una segunda oportunidad. Me ha dado otra vez la vida y eso no se puede pagar. Me ha permitido ser otra vez hija, esposa, madre". Así resume Fuensanta su agradecimiento. Tuvo un síndrome que es la antesala de la leucemia. Médico de familia y madre de dos niños, confiesa que antes del diagnóstico sintió miedo "porque sabía que algo no iba bien". Hoy atribuye su curación a partes iguales a su donante -una veinteañera de Alemania que por imperativo legal nunca podrá conocer- y a los profesionales del Regional. En especial, a la coordinadora de trasplantes de médula ósea, María Jesús Pascual. "Me ha transmitido tranquilidad y siempre me ha dado una solución. No lo he vivido con angustia ni con miedo, sino con esperanzas", relata.




Fuensanta pasó 27 días en una habitación de aislamiento. Dice que fue duro porque entonces sus hijos tenían 18 meses y 5 años. Tuvieron que darle quimioterapia para matar su médula ósea enferma. Y luego, ponerle los progenitores hematopoyéticos de su donante que se encargaron de crearle una médula sana. En ese periodo, es imprescindible el aislamiento para evitar que cualquier infección tumbe al paciente.




No es un proceso fácil. Ni para los enfermos ni para los profesionales. "Los médicos no somos de piedra. Pero tenemos que mantener un estado mental que ayude a solventar el problema", explica la hematóloga. "Es una lucha por la vida. Nosotros tenemos que buscar el armamento para que ellos luchen y hay que conseguir el trasplante por la vía que sea", añade.




Las vías varían en función de las patologías, la urgencia del tratamiento y de que aparezca un donante compatible o no. Éste puede ser un hermano o un desconocido de las antípodas; compatible al 100% o la mitad (los llamados trasplantes haploidénticos) y la donación puede ser de médula ósea, sangre de cordón umbilical o sangre periférica. Como si de una baraja se tratara, los hematólogos tienen que elegir entre estas cartas para ganar la partida. El problema es que deben hacerlo contrarreloj, buscando por todo el mundo al donante más compatible y teniendo en cuenta que lo que está en juego es nada menos que una vida. Por cada 40.000 donantes de médula ósea existe una posibilidad de hallar a alguien que sea compatible, de ahí la insistencia de Pascual para que haya más donaciones.




Todos los donantes del mundo están incluidos un registro. Cada vez que llega un paciente enfermo, los hematólogos buscan primero un donante compatible entre los familiares, algo que se complica con las familias cada vez más reducidas. Si no aparece, amplían la búsqueda a todo el mundo a través del Registro Español de Donantes de Médula Ósea (Redmo) y la Fundación Josep Carreras. Otras opciones son los trasplantes de sangre de cordón umbilical o los haploidénticos, en los que donante y receptor solo comparten la mitad de la compatibilidad.




Este último es el caso de Margaret, que recibió una donación de médula ósea de su hijo. Su risa no deja lugar a dudas: el trasplante ha sido un éxito. "Excellent", así define esta inglesa residente en Vera (Almería) el trato recibido en la sanidad pública andaluza y el resultado. Incluso afirma que quizás en el Reino Unido no hubiera sobrevivido a su leucemia porque a sus 65 años allí quizás la habrían considerado demasiado vieja para un trasplante.




Asegura que no tuvo miedo. Que fue paso a paso, enfrentándose a cada fase de su enfermedad. Su hijo viajó desde el Reino Unido para la donación de médula ósea y la acompañó durante el mes que permaneció ingresada. "Buen hijo", dice. Y luego añade a carcajadas: "Y buen marido". Porque recuerda que éste se quedó al cuidado de la casa y de sus tres gatos... Hoy su vida ha vuelto a la rutina del retiro almeriense.




Como Margaret, casi 1.100 pacientes han recibido un trasplante de progenitores hematopoyéticos (médula ósea, sangre de cordón umbilical y sangre periférica) en el Regional desde que el centro sanitario iniciara el programa en el año 1989. Los índices de curación varían según las patologías, pero de media ronda los dos tercios.




Además, con los avances médicos, desde entonces se han ido encontrando nuevas opciones terapéuticas. En 1989, solo existían los trasplantes de médula ósea propiamente dicha (la médula es el tuétano que va dentro del hueso). Luego se sumaron otras terapias, como la de sangre de cordón umbilical. La última novedad en los tratamientos son los trasplantes haploidénticos (con la compatibilidad al 50%), incorporados por el Regional en febrero de 2012. Cada avance ha ido sumando más posibilidades de curación y de supervivencia.




Opciones que da la sanidad pública y que aunque son gratuitas para los pacientes, tienen un alto coste para el sistema. Un trasplante de médula ósea puede costar en total unos 50.000 euros. Y es que todo suma: la búsqueda a través de la Redmo, las pruebas de compatibilidad en el hospital de cualquier parte del mundo en donde esté el donante, la extracción de la médula ósea, el transporte... Una factura que debe pagar el Servicio Andaluz de Salud (SAS) para poder salvar a sus pacientes.




Los donantes, el sistema sanitario, los profesionales y los pacientes; todos están en el mismo bando en esta partida para que personas como Fuensanta tengan una segunda oportunidad. Ella ya hace planes de volver a trabajar como médico y de quitarse la boina. "En cuanto me crezca un poquito más el pelo", dice con unos ojos locuaces que enseñan su sonrisa, aunque lleve mascarilla.













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