España celebró sus 30 años en la UE hace poco. Si uno miraba a la construcción europea en aquellos años, ser miembro del club era lo bueno, y estar fuera era lo malo.
Ahora parece que es al revés. En las elecciones austriacas celebradas el domingo pasado casi gana el candidato de la extrema derecha que, entre otras cosas, no es muy partidario de la UE. Dentro de pocas semanas, los británicos votan si deben permanecer dentro o fuera de la UE. En las elecciones regionales francesas del año pasado, Marine Le Pen, antieuropeísta, fue el partido más votado en la primera vuelta. Perdió, como en Austria, en la segunda vuelta. Continúa leyendo