un tipo raro
cómo describirle ... no sé, era un personaje distinto al resto. Desde niño se dedicó a “inventar” cosas. Siempre conseguía darle un toque de originalidad a la mayor nimiedad. Hasta andando o comiendo, o realizando la más simple de las actividades se salía de cualquier convención hasta entonces vista u oída. Un chaval curioso, sin duda. Tenía lo que se supone que poseen en propiedad exclusiva los artistas, los ingenieros, los escritores, los científicos. Tenía ideas, muchas y de todos los colores. A veces la gente se reía de ellas, por burdas, por inútiles o por irrealizables. Tenían toda la razón en hacerlo, pues el muchacho vivía a caballo entre la genialidad y el absurdo. Prueba, error, prueba, error, pero no con un criterio utilitarista, sino simplemente por que sí.
Cuando le conocí era ya un hombre hecho y derecho. Padre, esposo y amigo de todos. ¿De todos? Sí, amigo de todos. Al veces sus peregrinas ideas le granjeaban alguna antipatía, pero sus enemigos pronto se cansaban de enfadarse con él. Al tío le hubiera dado igual. Siempre con una sonrisa en la boca, él no guardaba rencores ni tampoco agradecimientos. Solamente vivía.
cómo describirle ... no sé, era un personaje distinto al resto. Desde niño se dedicó a “inventar” cosas. Siempre conseguía darle un toque de originalidad a la mayor nimiedad. Hasta andando o comiendo, o realizando la más simple de las actividades se salía de cualquier convención hasta entonces vista u oída. Un chaval curioso, sin duda. Tenía lo que se supone que poseen en propiedad exclusiva los artistas, los ingenieros, los escritores, los científicos. Tenía ideas, muchas y de todos los colores. A veces la gente se reía de ellas, por burdas, por inútiles o por irrealizables. Tenían toda la razón en hacerlo, pues el muchacho vivía a caballo entre la genialidad y el absurdo. Prueba, error, prueba, error, pero no con un criterio utilitarista, sino simplemente por que sí.
Cuando le conocí era ya un hombre hecho y derecho. Padre, esposo y amigo de todos. ¿De todos? Sí, amigo de todos. Al veces sus peregrinas ideas le granjeaban alguna antipatía, pero sus enemigos pronto se cansaban de enfadarse con él. Al tío le hubiera dado igual. Siempre con una sonrisa en la boca, él no guardaba rencores ni tampoco agradecimientos. Solamente vivía.