Corriendo por la vida
estoy viendo la carrera de F1 y desde hace una hora y media, la situación del campeonato del mundo ha cambiado un montón de veces. Nuestra existencia es similar, con cambios, cambios y más cambios. Todos los días, todos los meses, todos los años.
Decía Sartre, algo enrabietado, que estamos condenados a elegir, lo que no parece demasiado malo, aunque sí algo fatigoso y estresante. Pero tampoco ha de preocuparnos mucho este asunto, pues al final de la partida la mayoría de las cosas importantes ocurren gracias a pequeños cambios, a elecciones imperceptibles para quien las realiza. Y debe ser cierto, pues no conozco muchas personas que hayan conducido su vida en una carrera impecable, parando y acelerando en el momento justo, hasta llegar a algún lugar imaginado cuando sólo eran adolescentes.
En mi caso, no corro contra nadie, ni siquiera contra mí mismo. Conduzco tranquilo, mirando el paisaje, y respirando hondo. A veces acelero y veo el mundo pasar a toda velocidad, algo de pimienta en la vida no sobra. Otras veces paro a saludar a los amigos, o a cambiar la banda sonora, incluso de coche o de circuito pero siempre disfrutando la carrera a tope. Así que, si me ves en un semáforo, sonríeme, ajústate el cinturón ¡y acelera! Sin problemas chico, no tiene por qué perder nadie.
Por cierto, ahora que releo el post veo que no me gusta la comparativa con la F1. Mejor éstos ...