Tras casi dos años sin noticias sobre el tema, THR informó que Nic Mathieu ha sido elegido por Warner Bros. para dirigir Robotech, adaptación live-action de la serie animada que en los años ochenta fue traída a nuestro continente por el extinto Carl Macek y Harmony Gold.
Como recordarán, Tobey Maguire (Spider-Man), Akiva Goldsman, Matthew Plouffe, Joby Harold y Tory Tunnell han estado vinculados desde hace tiempo para producir el proyecto, de una franquicia tan exitosa y con tanto potencial como Transformers (que originalmente fue una serie animada de los ochentas con un impacto similar entre millones de niños de aquella generación).
En Japón, la serie anime de la que se adaptó Robotech (que también cuenta con un legendario largometraje) se llama Macross y celebra este año su 30 aniversario. En su primera generación narra las aventuras del joven piloto Rick Hunter y su incorporación a las fuerzas militares del SDF-1, una inmensa nave de origen alienígena y adaptada por los humanos para defenderse de la invasión de los Zentraedi.
Si todavía se están preguntando por qué Warner eligió a Mathieu, quizás deberían ver el anuncio comercial que hizo para Zenith, además del que realizó para Cadillac en ESTA LIGA. Su manejo y experiencia con el CGI en entornos reales es impresionante.
¿Se concretarán las negociaciones? ¿A quiénes les gustaría ver interpretando a Hunter, Lynn Minmei, Lisa Hayes y Roy Focker? En América, Robotech se estrenó en 1985, lo que podría hacernos pensar en un posible estreno para 2015, que es cuando la serie cumpliría 30 años en este lado del mundo.
Aeróbicos: Seis buenas razones para usar un pulsómetro
El pulsómetro es una herramienta cada vez más usada al momento de entrenar, pero si aun no empleas este gadget como compañero de tu actividad, quizá estas seis buenas razones para usar un pulsómetro te ayuden a decidirte.
Aunque no todas las actividades pueden necesitar un pulsómetro, pues en ejercicios de musculación no sirve de mucho, en actividades de resistencia este gadget es de mucha utilidad.
- Permite controlar la intensidad de entrenamiento y saber si tu trabajo requiere un poco más de esfuerzo o por el contrario, es demasiado intenso para tu cuerpo y necesitas bajar tu rimo para lograr un entrenamiento seguro y sostenible en el tiempo.
- Muestra las calorías quemadas con mayor precisión que las máquinas cardiovasculares del gimnasio, pues el pulsómetro tiene en cuenta la intensidad de entrenamiento, así como tus características personales, tales como sexo, altura, edad y peso.
- Puede ofrecer motivación extra al mostrarte cada día tu mejor tolerancia al esfuerzo así como los progresos en términos de calorías quemadas u otros datos.
- Ofrece información al instante de manera que puede ser una herramienta para regular el esfuerzo en tiempo real.
- Favorece el logro de los objetivos planteados al ayudarnos a entrenar a la intensidad correcta según nuestros propósitos, pues podemos saber si estamos esforzándonos lo suficiente para entrar en la zona quema grasa si éste es nuestro objetivo, o si por el contrario, estamos usando como combustible energético otro sustrato y no las grasas.
- Permite individualizar el entrenamiento en clases colectivas donde todos no podemos tener el mismo ritmo para alcanzar buenos resultados. Por ejemplo, el pulsómetro puede ser muy útil en clases de spinning, en clases de aeróbic o en sesiones de baile.
Aunque no todas las actividades pueden necesitar un pulsómetro, pues en ejercicios de musculación no sirve de mucho, en actividades de resistencia este gadget es de mucha utilidad.
Hombros más grandes
El exterior es la parte clave del hombro, puesto que es la que más se hace notar. Al fin y al cabo, proporciona anchura al conjunto.
Al igual que en las elevaciones frontales, se trata de manejar un peso libre dentro de un ejercicio que trabaja una zona muy localizada.
A diferencia de lo que ocurría con el press de banca por ejemplo, que trabajan los músculos grandes y no distinguen, acerca de qué músculos intervienen, todo lo contrario ocurre en las elevaciones laterales.
Elevaciones laterales
El núcleo del ejercicio, es el mismo que las elevaciones frontales. Sin embargo, a fin de no caer en la monotonía y la repetición, variaremos la forma de ejecución, aunque conservaremos su finalidad.
Cogeremos un banco plano sobre el que nos tumbaremos en decúbito prono (boca abajo) y dejaremos los brazos colgando, cada uno por un extremo del banco.
A la altura de donde nos quedan las manos, colocaremos las mancuernas que vayamos a utilizar, evitando desplazamientos innecesarios.
A partir de ahí, nos mentalizaremos en fijar los brazos como si el codo no existiera, y elevaremos, lateralmente los mismos.
Una vez se ha llegado a la parte alta, volveremos abajo reteniendo en la caída para no perder la tensión. Evitaremos bajar del todo de modo que los brazos quedaran relajados. Ésto sería un error.
Músculos involucrados
En principio y, debido a la utilización del banco, restringiremos bastante la posibilidad de que otros grupos musculares entren en juego.
Sin embargo, hay que destacar que, debido a su proximidad, el músculo trapecio reaccione, sobre en su parte superior, a la ejecución del ejercicio.
Errores más frecuentes
El hecho de utilizar un banco plano, se hace con la segunda intención de que, si se ejecuta de pie, hay más posibilidades de se balancee la espalda en un último intento por levantar el peso.
Sin duda, este es un ejercicio muy aconsejable. No tengais inconveniente a la hora de incluirlo en vuestra rutina habitual, puesto que el hombro, no acusará su excesiva presencia.
Si quereis añadir muscularidad y tener unos hombros redondos como cocos, sin lugar a discusión, este será el ejercicio a batir.
Al igual que en las elevaciones frontales, se trata de manejar un peso libre dentro de un ejercicio que trabaja una zona muy localizada.
A diferencia de lo que ocurría con el press de banca por ejemplo, que trabajan los músculos grandes y no distinguen, acerca de qué músculos intervienen, todo lo contrario ocurre en las elevaciones laterales.
Elevaciones laterales
El núcleo del ejercicio, es el mismo que las elevaciones frontales. Sin embargo, a fin de no caer en la monotonía y la repetición, variaremos la forma de ejecución, aunque conservaremos su finalidad.
Cogeremos un banco plano sobre el que nos tumbaremos en decúbito prono (boca abajo) y dejaremos los brazos colgando, cada uno por un extremo del banco.
A la altura de donde nos quedan las manos, colocaremos las mancuernas que vayamos a utilizar, evitando desplazamientos innecesarios.
A partir de ahí, nos mentalizaremos en fijar los brazos como si el codo no existiera, y elevaremos, lateralmente los mismos.
Una vez se ha llegado a la parte alta, volveremos abajo reteniendo en la caída para no perder la tensión. Evitaremos bajar del todo de modo que los brazos quedaran relajados. Ésto sería un error.
Músculos involucrados
En principio y, debido a la utilización del banco, restringiremos bastante la posibilidad de que otros grupos musculares entren en juego.
Sin embargo, hay que destacar que, debido a su proximidad, el músculo trapecio reaccione, sobre en su parte superior, a la ejecución del ejercicio.
Errores más frecuentes
El hecho de utilizar un banco plano, se hace con la segunda intención de que, si se ejecuta de pie, hay más posibilidades de se balancee la espalda en un último intento por levantar el peso.
Sin duda, este es un ejercicio muy aconsejable. No tengais inconveniente a la hora de incluirlo en vuestra rutina habitual, puesto que el hombro, no acusará su excesiva presencia.
Si quereis añadir muscularidad y tener unos hombros redondos como cocos, sin lugar a discusión, este será el ejercicio a batir.
Ejercicios y rutinas: Consigue el cuerpo de 'Spartacus'
Con ayuda de Rachel Cosgrove, técnica en fitness, triatleta de Ironman y entrenadora personal, hicimos el programa de ejercicios que se convirtió en uno de los más populares de nuestra historia.
La última versión del Programa Espartaco se llama Triple Set Scorcher. Usa series triples para activar el metabolismo y fundir la grasa a un ritmo alucinante. Así que prepárate para quemar grasa y modelar tu cuerpo: vamos a freírte la grasa corporal. Instrucciones Haz el programa 3 días por semana, con un día de descanso entre sesiones. En cada ejercicio, haz todas las repeticiones que puedas en 40 segundos, seguidas de 20 segundos de descanso. Empieza con la Triple Serie 1, ejecutando una serie de cada uno de los ejercicios. Descansa 60 segundos cuando hayas completado la triple serie de ejercicios, y repítela entera.
A continuación, repite el mismo procedimiento con las Triples Series 2 y 3.
Triple Serie 1
Triple Serie 2
Triple Serie 3
La última versión del Programa Espartaco se llama Triple Set Scorcher. Usa series triples para activar el metabolismo y fundir la grasa a un ritmo alucinante. Así que prepárate para quemar grasa y modelar tu cuerpo: vamos a freírte la grasa corporal. Instrucciones Haz el programa 3 días por semana, con un día de descanso entre sesiones. En cada ejercicio, haz todas las repeticiones que puedas en 40 segundos, seguidas de 20 segundos de descanso. Empieza con la Triple Serie 1, ejecutando una serie de cada uno de los ejercicios. Descansa 60 segundos cuando hayas completado la triple serie de ejercicios, y repítela entera.
A continuación, repite el mismo procedimiento con las Triples Series 2 y 3.
Triple Serie 1
Grupo | Ejercicio | Series | Repeticiones | Descanso | |
---|---|---|---|---|---|
Abdominales | Puente con elevación de pierna | 2 | Las que puedas en 40'' | 20'' | |
Abdominales | Leñador con mancuernas | 2 | Las que puedas en 40'' | 20'' | |
Piernas | Zancada inversa con mancuernas | 2 | Las que puedas en 40'' | 60'' y vuelve a empezar |
Triple Serie 2
Grupo | Ejercicio | Series | Repeticiones | Descanso | |
---|---|---|---|---|---|
Abdominales | Peso muerto a una pierna con mancuernas | 2 | Las que puedas en 40'' | 20'' | |
Hombros | Press de hombros con mancuernas | 2 | Las que puedas en 40'' | 20'' | |
Piernas | Sentadilla con una mancuerna | 2 | Las que puedas en 40'' | 60'' y vuelve a empezar |
Triple Serie 3
Grupo | Ejercicio | Series | Repeticiones | Descanso | |
---|---|---|---|---|---|
Dorsal | Remo alterno con mancuerna | 2 | Las que puedas en 40'' | 20'' | |
Piernas | Zancada lateral con flexión y mancuernas | 2 | Las que puedas en 40'' | 20'' | |
Dorsal | Peso muerto rumano con mancuernas | 2 | Las que puedas en 40'' | 60'' y vuelve a empezar |
Pasotas
hace unos días Paco Arnau escribía en Twitter lo siguiente: "Dicen que 7 de cada 10 españoles creen que estamos al borde de un estallido social... que 9 de cada 10 no secundarían."
Totalmente de acuerdo: no creo que estemos al borde de estallido alguno. La gente está harta, o dice que lo está. Se oyen protestas, quejas por la bajada de status, por la pérdida de poder adquisitivo, por el latrocinio que inunda el ambiente general. Stop, basta de retórica de bar. No debe ser tanto el hartazgo si la gente sigue votando a "su" partido (véanse las elecciones generales de hace un año o las más recientes autonómicas) y ni siquiera sale a berrear en la calle (en Madrid, 7 millones de hab. en 30km, no hay una manifestación con más de 200.000 personas).
Y lo peor, al menos para mí, es constatar día a día que la gente en verdad "pasa". No sé, quizá les aburramos con nuestras peroratas políticas, o quizá hayan caído en el conformismo o quizá, desilusionados, crean que las cosas no pueden cambiar. Ojalá estén en lo cierto, ojalá su indiferencia sólo traiga un poco menos de dinero o un poco menos de libertad o un poco menos de cobertura social.
A la vez, admiro a los que, de derechas o izquierdas o de una ONG o religiosos o laicos o lo que sean, son capaces de argumentar una posición y actuar en consecuencia. Cada uno saca una conclusión distinta, pero lo más valioso es que han utilizado su cerebro para obtenerla.
No sé. Confío en que llegue algún prohombre, alguien respetado, que nos saque a todos de la abulia política. Un Gramsci que hable por todos, (no sólo por los suyos) y no se vea obligado a escribir un artículo similar al que publicó en 1917, con veintiséis años:
"Odio a los indiferentes. Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive, no puede dejar de ser ciudadano y partisano. La indiferencia y la abulia son parasitismo, son bellaquería, no vida. Por eso odio a los indiferentes.
La indiferencia es el peso muerto de la historia. La indiferencia opera potentemente en la historia. Opera pasivamente, pero opera. Es la fatalidad; aquello con que no se puede contar. Tuerce programas, y arruina los planes mejor concebidos. Es la materia bruta desbaratadora de la inteligencia. Lo que sucede, el mal que se abate sobre todos, acontece porque la masa de los hombres abdica de su voluntad, permite la promulgación de leyes, que sólo la revuelta podrá derogar; consiente el acceso al poder de hombres, que sólo un amotinamiento conseguirá luego derrocar. La masa ignora por despreocupación; y entonces parece cosa de la fatalidad que todo y a todos atropella: al que consiente, lo mismo que al que disiente, al que sabía, lo mismo que al que no sabía, al activo, lo mismo que al indiferente. Algunos lloriquean piadosamente, otros blasfeman obscenamente, pero nadie o muy pocos se preguntan: ¿si hubiera tratado de hacer valer mi voluntad, habría pasado lo que ha pasado?
Odio a los indiferentes también por esto: porque me fastidia su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno de ellos: cómo han acometido la tarea que la vida les ha puesto y les pone diariamente, qué han hecho, y especialmente, qué no han hecho. Y me siento en el derecho de ser inexorable y en la obligación de no derrochar mi piedad, de no compartir con ellos mis lágrimas.
Soy partidista, estoy vivo, siento ya en la consciencia de los de mi parte el pulso de la actividad de la ciudad futura que los de mi parte están construyendo. Y en ella, la cadena social no gravita sobre unos pocos; nada de cuanto en ella sucede es por acaso, ni producto de la fatalidad, sino obra inteligente de los ciudadanos. Nadie en ella está mirando desde la ventana el sacrificio y la sangría de los pocos. Vivo, soy partidista. Por eso odio a quien no toma partido, odio a los indiferentes."
Familia española típica un domingo por la mañana |
Y lo peor, al menos para mí, es constatar día a día que la gente en verdad "pasa". No sé, quizá les aburramos con nuestras peroratas políticas, o quizá hayan caído en el conformismo o quizá, desilusionados, crean que las cosas no pueden cambiar. Ojalá estén en lo cierto, ojalá su indiferencia sólo traiga un poco menos de dinero o un poco menos de libertad o un poco menos de cobertura social.
A la vez, admiro a los que, de derechas o izquierdas o de una ONG o religiosos o laicos o lo que sean, son capaces de argumentar una posición y actuar en consecuencia. Cada uno saca una conclusión distinta, pero lo más valioso es que han utilizado su cerebro para obtenerla.
No sé. Confío en que llegue algún prohombre, alguien respetado, que nos saque a todos de la abulia política. Un Gramsci que hable por todos, (no sólo por los suyos) y no se vea obligado a escribir un artículo similar al que publicó en 1917, con veintiséis años:
"Odio a los indiferentes. Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive, no puede dejar de ser ciudadano y partisano. La indiferencia y la abulia son parasitismo, son bellaquería, no vida. Por eso odio a los indiferentes.
La indiferencia es el peso muerto de la historia. La indiferencia opera potentemente en la historia. Opera pasivamente, pero opera. Es la fatalidad; aquello con que no se puede contar. Tuerce programas, y arruina los planes mejor concebidos. Es la materia bruta desbaratadora de la inteligencia. Lo que sucede, el mal que se abate sobre todos, acontece porque la masa de los hombres abdica de su voluntad, permite la promulgación de leyes, que sólo la revuelta podrá derogar; consiente el acceso al poder de hombres, que sólo un amotinamiento conseguirá luego derrocar. La masa ignora por despreocupación; y entonces parece cosa de la fatalidad que todo y a todos atropella: al que consiente, lo mismo que al que disiente, al que sabía, lo mismo que al que no sabía, al activo, lo mismo que al indiferente. Algunos lloriquean piadosamente, otros blasfeman obscenamente, pero nadie o muy pocos se preguntan: ¿si hubiera tratado de hacer valer mi voluntad, habría pasado lo que ha pasado?
Odio a los indiferentes también por esto: porque me fastidia su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno de ellos: cómo han acometido la tarea que la vida les ha puesto y les pone diariamente, qué han hecho, y especialmente, qué no han hecho. Y me siento en el derecho de ser inexorable y en la obligación de no derrochar mi piedad, de no compartir con ellos mis lágrimas.
Soy partidista, estoy vivo, siento ya en la consciencia de los de mi parte el pulso de la actividad de la ciudad futura que los de mi parte están construyendo. Y en ella, la cadena social no gravita sobre unos pocos; nada de cuanto en ella sucede es por acaso, ni producto de la fatalidad, sino obra inteligente de los ciudadanos. Nadie en ella está mirando desde la ventana el sacrificio y la sangría de los pocos. Vivo, soy partidista. Por eso odio a quien no toma partido, odio a los indiferentes."