entré de cabeza en el túnel tonelada que me aplasta
lleno de imágenes conocidas
de caras que vienen y vienen y vienen y no dicen nada
podrían estar en blanco esas caras y serían las mismas
no conozco sus voces
ni sus ojos
se repiten las formas
se repiten los colores
las rayas
andan todos igual
y llenan la caja
y se agranda
y es un container de repeticiones
que se desprende
y que viene acelerado sobre mí
alguien aparezca con algo nuevo.
que me muero.
Ya.
"Cosas que hacer en Vigo cuando estás vivo"
Parafraseando el título de la peli de Andy García "Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto" escribo tranquilo, relajado y contento (y vivo, of course), las cosas que hace un zorro segoviano en esta ciudad atlántica:
- desintoxicarme del ordenador: parece irónico puesto que este post no se envía por tam-tam a la blogosfera (efectivamente estoy aporreando un teclado) pero no lo es. Durante toda esta semana he estado conectado un par de horas a lo sumo. Ni trabajo ni ocio delante del PC.
- disfrutar de la playa: viviendo en Madrid no veo mucho la arena claro, así que no he dejado de ir al mar ni un solo día. El agua está helada, pero me encanta.
- degustación de manjares gallegos: la cena de ayer, por poner un ejemplo; unas navajas, un pulpo a feira y un fantástico arroz con bogavante. Albariño para regarlo todo y un delicioso flan de café para terminar. Me quedo con el nombre de la tasca: Bar Nisio, en Teis.
- Ver y escuchar: sorprende la cantidad de detalles que se observan durante las vacaciones. La vida laboral convierte en importante la producción y en accesorio todo lo demás. En estos días miro hacia adelante y disfruto de las fachadas de los edificios, de las caras de la gente, escucho conversaciones en un idioma agradable y distinto al mío.
- Vestir con comodidad: chanclas, pantalón corto, polo. ¿Cómo demonios aguanto el traje bajo el calor madrileño cuando no estoy de vacaciones? misterios de la Humanidad.
- Pensar en mí mismo y en mi circunstancia, que ya es hora, aunque procuro no excederme, a ver si me voy a dar cuenta de que algo va mal y me tengo que gastar un pastizal en el psicólogo.
* foto del puente de Rande, junto a Vigo
Víctima colateral
Hubo un tiempo en el que en el "Oeste americano", un lugar vasto y con muy pocos representantes de la ley, se utilizó la fórmula de la caza bajo recompensa para que los particulares ayudaran a capturar o a eliminar a los delincuentes. Las instrucciones eran simples, "se busca, vivo o muerto, se gratificará".
Como ilustración del post he colgado uno de los famosos carteles que aparecen en cualquier "western" que se precie. En él aparece la recompensa, los daguerrotipos de los forajidos en cuestión y el motivo por el que se pone precio a su cabeza. En este caso la recompensa es inusualmente elevada, pues se trata de los sospechosos de matar al presidente Lincoln.
No sé que instrucciones tenían los agentes de policía que acribillaron a Jean-Charles de Menezes en el metro de Londres, pero lo que sí sé es que no tiraron a herir, ni siquiera intentaron inmovilizar al chaval antes de meterle 6 tiros en la cabeza y un séptimo en el hombro.
"El Mundo" hace unos días, en un artículo en el que censuraba la actuación policial, usaba el verbo "reducir" para hablar de la acción de los agentes. ¿Tan influenciados estamos por la línea oficial que llamamos "reducir" a un hombre a dispararle por la espalda y a una distancia suficientemente corta como para acertar seis disparos en su cabeza? Quizá acribillar, asesinar, matar, ejecutar, ajusticiar, serían términos más adecuados.
Mientras tanto, en el Reino Unido el asunto ha sido más o menos tapado. Los agentes han sido exculpados. Se dice que los hombres que mataron al muchacho brasileño estaban nerviosos y cansados. Era un día de explosiones y muertes y hay que tener en cuenta el "desafío" al que se enfrentaban las fuerzas de seguridad. Nerviosos sí, no les tembló mano al hacer puntería, ni tampoco fueron llorando a confesar inmediatamente. Lejos de ello, trataron de echar mierda sobre el muerto; ora que si iba muy abrigado para esa época del año y podía llevar explosivos, ora que si no obedeció el alto de la policía. Culpable, sí señor.
¿Qué hubiera sucedido si el infortunado hubiera sido un niño bien de Chelsea o Kensington en lugar de un pobre desgraciado extranjero y sin papeles? Se admiten teorías al respecto.
Hubo un tiempo en el que en el "Oeste americano", un lugar vasto y con muy pocos representantes de la ley, se utilizó la fórmula de la caza bajo recompensa para que los particulares ayudaran a capturar o a eliminar a los delincuentes. Las instrucciones eran simples, "se busca, vivo o muerto, se gratificará".
Como ilustración del post he colgado uno de los famosos carteles que aparecen en cualquier "western" que se precie. En él aparece la recompensa, los daguerrotipos de los forajidos en cuestión y el motivo por el que se pone precio a su cabeza. En este caso la recompensa es inusualmente elevada, pues se trata de los sospechosos de matar al presidente Lincoln.
No sé que instrucciones tenían los agentes de policía que acribillaron a Jean-Charles de Menezes en el metro de Londres, pero lo que sí sé es que no tiraron a herir, ni siquiera intentaron inmovilizar al chaval antes de meterle 6 tiros en la cabeza y un séptimo en el hombro.
"El Mundo" hace unos días, en un artículo en el que censuraba la actuación policial, usaba el verbo "reducir" para hablar de la acción de los agentes. ¿Tan influenciados estamos por la línea oficial que llamamos "reducir" a un hombre a dispararle por la espalda y a una distancia suficientemente corta como para acertar seis disparos en su cabeza? Quizá acribillar, asesinar, matar, ejecutar, ajusticiar, serían términos más adecuados.
Mientras tanto, en el Reino Unido el asunto ha sido más o menos tapado. Los agentes han sido exculpados. Se dice que los hombres que mataron al muchacho brasileño estaban nerviosos y cansados. Era un día de explosiones y muertes y hay que tener en cuenta el "desafío" al que se enfrentaban las fuerzas de seguridad. Nerviosos sí, no les tembló mano al hacer puntería, ni tampoco fueron llorando a confesar inmediatamente. Lejos de ello, trataron de echar mierda sobre el muerto; ora que si iba muy abrigado para esa época del año y podía llevar explosivos, ora que si no obedeció el alto de la policía. Culpable, sí señor.
¿Qué hubiera sucedido si el infortunado hubiera sido un niño bien de Chelsea o Kensington en lugar de un pobre desgraciado extranjero y sin papeles? Se admiten teorías al respecto.
ayer
me acerqué mucho al fuego y se me quemaron las pestañas
me abracé del árbol mucho rato
y se me treparon las hormigas
ahora me pica
y mi cabeza quiere irse corriendo
pero no puede
no se puede
¿cómo se hace cuando no se puede?
me abracé del árbol mucho rato
y se me treparon las hormigas
ahora me pica
y mi cabeza quiere irse corriendo
pero no puede
no se puede
¿cómo se hace cuando no se puede?
hoy
soy un barril vacío
un balde que se volteó en la arena
un avión que pierde altura
un águila ciega, dudando
como una nube que desaparece con el viento
un rayo de luz en la neblina
débil
una fuerza mínima, gastada
me veo desvanecer
y no hay tiempo de preguntar por qué.
un balde que se volteó en la arena
un avión que pierde altura
un águila ciega, dudando
como una nube que desaparece con el viento
un rayo de luz en la neblina
débil
una fuerza mínima, gastada
me veo desvanecer
y no hay tiempo de preguntar por qué.
TRES POEMAS
3.
Habítame el cuerpo de fuegos diminutos...
En incendio constante
arrastraré mi sombra
hasta el breve nido de tus aguas.
10.
Durante segundos
van quemándose mis poemas
en la punta de mi sangre
y aun así
sigo escribiendo...
¿Qué puede durar más?
¿Qué puede ser más fuerte
tu rechazo
o mi poesía?
11.
Un largo estirar de mis lágrimas
frecuenta mi sombra
y dialoga con las hormigas.
Difícilmente no hablen de ti.
Habítame el cuerpo de fuegos diminutos...
En incendio constante
arrastraré mi sombra
hasta el breve nido de tus aguas.
10.
Durante segundos
van quemándose mis poemas
en la punta de mi sangre
y aun así
sigo escribiendo...
¿Qué puede durar más?
¿Qué puede ser más fuerte
tu rechazo
o mi poesía?
11.
Un largo estirar de mis lágrimas
frecuenta mi sombra
y dialoga con las hormigas.
Difícilmente no hablen de ti.
Gabriel Cisneros
desde que comencé a estudiar Derecho, allá por 1989 no he dejado de sentir orgullo por los llamados "padres de la constitución". Yo les llamaría los ases del consenso. Aquellos hombres fueron, ante todo, diplomáticos capaces. Cada partido envió a sus mejores comerciales para debatir y acordar el texto que articularía y articula la convivencia política de España. Seguro que fue una dura negociación pero estaba claro que había de salir bien pues por delante de los intereses particulares habían puesto el bien de nuestro país, la luz del progreso para la España de la caverna y las sombras distorsionadas.
Gabriel Cisneros fue uno de estos hombres. Con 66 años no era uno de los más ancianos de entre ellos, pero una enfermedad se ha llevado su vida. Breve existencia para tan valiosos merecimientos.
Gracias, Gabriel. A estas alturas quizá no nos damos cuenta de que la "crispación" actual entre las fuerzas políticas no tiene parangón con la que había en 1976, y por desgracia olvidamos el valor de vuestra gesta constituyente. Luego comparamos entre los POLÍTICOS de entonces y los politicuchos de hoy y... se nos saltan las lágrimas.
desde que comencé a estudiar Derecho, allá por 1989 no he dejado de sentir orgullo por los llamados "padres de la constitución". Yo les llamaría los ases del consenso. Aquellos hombres fueron, ante todo, diplomáticos capaces. Cada partido envió a sus mejores comerciales para debatir y acordar el texto que articularía y articula la convivencia política de España. Seguro que fue una dura negociación pero estaba claro que había de salir bien pues por delante de los intereses particulares habían puesto el bien de nuestro país, la luz del progreso para la España de la caverna y las sombras distorsionadas.
Gabriel Cisneros fue uno de estos hombres. Con 66 años no era uno de los más ancianos de entre ellos, pero una enfermedad se ha llevado su vida. Breve existencia para tan valiosos merecimientos.
Gracias, Gabriel. A estas alturas quizá no nos damos cuenta de que la "crispación" actual entre las fuerzas políticas no tiene parangón con la que había en 1976, y por desgracia olvidamos el valor de vuestra gesta constituyente. Luego comparamos entre los POLÍTICOS de entonces y los politicuchos de hoy y... se nos saltan las lágrimas.