Una sonrisa por favor


Caminando por la vida te vas encontrando con gente de todo pelaje. Lustrosos, desastrados, dignos, humillados, prepotentes o humildes. Con todo, ninguno de esos adjetivos me dice nada sobre lo que me importa de una persona. Lo que realmente aprecio es encontrar gente que me haga la vida sencilla y me ayude a disfrutar cada día. Gente de esa que hace que la vida sea más agradable. Gente solidaria, gente amable. Los que forman este grupo son a veces personalidades muy trabajadas, gente abnegada que vive para los otros. Otras veces, son personalidades innatas, a quienes el azar dio la más preciada de las virtudes: la capacidad de hacer feliz al resto sin tan siquiera pretenderlo.

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Una de fútbol

En unos días comienza el mayor espectáculo del fútbol mundial y un trocito de muchos corazones españoles se larga hacia África durante unas semanas, enganchado al utillaje de la "Roja". Es tiempo de olvidarnos de Mourinhos, Laportas y demás canallesca del "nofútbol" veraniego.

Nuestro equipo, campeón de Europa, es uno de los que mejor han jugado en los últimos años, y junto a Brasil y Argentina, uno de los que atesora mayor calidad futbolística. Las apuestas dicen que podemos triunfar lo que no estaría mal pues en un siglo de torneo aún no hemos visitado ni siquiera la final.

Personalmente, creo que tenemos posibilidades de ganar, quizá un 20%. No es poco, pues la cosa está muy igualada, y son muchos partidos en los que no se permite un solo fallo. Además, los cruces son crueles y muchos "gallitos" se enfrentarán en rondas lejanas a los puestos de honor. No sería raro que nuestra selección tuviera que verse las caras con Brasil, Italia y Argentina antes de alcanzar la final. Difícil, ¿eh?

Con todo, como buen creyente, confío en España, así que ahí va mi pronóstico:


Final:

Holanda 2- España 4

Tercer puesto: Inglaterra

Cuarto puesto: Argentina

Ex-presidentes

hay ex-presidentes de derechas, de izquierdas y de centro, los hay que tuvieron éxito y los hay que no, también los hay de los que se fueron y de los que les echaron, pero todos ellos tienen una cosa en común: ladran mucho y tienen la boca muy grande

La última de nuestro querido Felipe González, hoy gurú financiero y antes encantador televisivo, tuvo lugar la semana pasada, cuando hablando sobre los políticos (en tercera persona, claro) dijo que deberían guiarse por la siguiente máxima "rectificar es de sabios, y de necios tener que hacerlo a diario".


Es una pena que no se aplicase el cuento durante los años que nos gobernó.


Diccionario Poetico:

Letra A (III):

Auster, Paul






Autobiografía del ojo

Cosas invisibles, enraizadas en el
frío, creciendo
hacia esta luz
disipada
en todo lo que alumbra. Nada
tiene fin. La hora regresa
al comienzo de la hora
en que respiramos: como si
nada fueran. Como si yo
no pudiera ver
nada
que no es lo que es.

En el límite del verano
y su calidez: cielo azul, colina púrpura.
La distancia
que sobrevive.
Una casa hecha de aire, y el flujo
del aire en el aire.
Como estas piedras
que se deshacen sobre la tierra.
Como el sonido de mi voz
en tu boca.

Versión de Jordi Doce
De "Despariciones" Pre-textos 1996

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Azua, Felix De





Ahora es mi turno, cuando cierro los ojos...

Ahora es mi turno, cuando cierro los ojos
y me olvido de ti, de tu salvaje higuera y tus higos salvajes,
cuando tu carne, como un libro de cuentos, resplandece en la noche
a la luz de un hogar mediterráneo;
y me dejo cegar por el brillo solar de la memoria
mientras mi cuerpo entero se quema en un chispazo.

Ahora infantiles yemas te descubren, y entre las llamas muertas
rescato el viejo yugo, los utensilios viejos y las viejas guirnaldas
del buey, de la cebada y de la Pascua de Resurrección.
Es mi turno, no el tuyo. Te levanto en mis palmas
como se exponen los recién nacidos
a las nubes plomizas, irritadas
como vacas repletas que atronan el establo
los campos secos, el pozo, la uva amarga.

Pero tú, hecha una niña, también tientas las ubres, y arqueada
jadeas entre brasas; es mi turno y tú danzas
resonando perpleja y sonriente,
átomo, brizna, astilla de una combustión
que no puedo pensar sin sentirme infinito.

Tus yemas y tu sonrisa atónita me invitan al incendio...
pero me venden luego por la espalda como cosa fútil,
como ese azar minúsculo, gratuito
que te alcanza las nubes y se empeña en durar.

Y mientras tú contratas con terribles clientes
a los que yo sólo conozco por el nombre,
y cuyas sombras, mantos, miradas esquinadas,
me hacen alzar la sábana aterrado;
hundido al fin, hundido,
olvidado por fin, perdido y solo, cobijado en mí mismo,
puedo gritar, gritar hasta romper el techo y por la grieta ver
la esplendorosa faz sin ojos y sin boca
que me agarra del cuello y me disuelve en risas,
fuego de azufre, espanto y aroma de castaños.