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La civilización como fracaso: foto sin shop, Gustavo Dessal


En un texto escrito especialmente para la agencia Télam, el escritor y psicoanalista argentino Gustavo Dessal, radicado en España desde 1982, reflexiona sobre algunos efectos de la cultura de la imagen, cuando en nuestras sociedades, huérfanas del sentido de la tragedia, se enfrentan, sin desear, menos a la brutalidad del dolor que a una “ignorancia” que lo promueve y promociona, y que lo hace circular como valor de cambio y de uso.
Por Pablo E. Chacón 

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Ocho de cada diez hijos de inmigrantes se sienten españoles


España es un país sin un modelo de integración de inmigrantes. Y ¡sorpresa!: es precisamente por eso por lo que el grado de integración de los inmigrantes es muy alto. Hasta el punto de que el 81% de los hijos de inmigrantes nacidos el país saca pecho y dice sentirse español y sólo el 5% afirma haber sido víctima de discriminación en los últimos tres años. Continúa leyendo

Problemas de la inmigración ilegal


Las migraciones presentan problemas diferentes: los que se van ejercen un efecto similar al de la disminución de la natalidad, lo que para los países de natalidad alta será un alivio. En cambio, en el país de recepción de inmigrantes, la composición de la población sufre unos cambios sustanciales, como puede verse en la pirámide de la población inmigrante de España, en la que abundan tanto los hombres como las mujeres en edad de trabajar, mientras que la proporción de población menor de 20 años o mayor de 65 es mucho más escasa que la nacional. Los que vienen tienen que integrarse en el nuevo país, primero laboralmente con una legalidad en permisos, identificación, seguridad social y educación; al mismo tiempo culturalmente, por el idioma nuevo cuando es diferente del suyo, y en cualquier caso deben asumir las nuevas costumbres y formas de vida. Los valores serán de diferente intensidad, por ejemplo el concepto de amistad, de servicio comunitario, de tiempo libre, de horarios, de comidas, de familia, de folclore, de gustos artísticos; estos nuevos o modificados valores se deberán superponer o intercalar con los suyos de origen para evitar problemas inútiles y aunque la diversidad cultural, de idiomas y de religiones puede ser enriquecedora a veces, puede también ser creadora de conflictos graves en otros casos. De todas formas no serán estas cuestiones los principales problemas, salvo que haya una fuerte discriminación por los nacionales o por otros grupos de emigrantes. Continúa leyendo

inmigración, con perspectiva

"Una sociedad que no apuesta por lo novedoso,
que no se atreve a imaginar,
no logrará el desarrollo"
Andrés Roemer

cuando paseo por las calles de la ciudad me encuentro una juventud algo diferente a la que yo viví. Una nueva generación mestiza aparece en parques y colegios. Son los hijos de los inmigrantes. La verdad es que no veo síntoma alguno de desintegración en estos chavales. Lo normal es verles mezclados con los hijos de los españoles, no aislados entre ellos pues parece que los niños no entienden de palabras y conceptos complicados y simplemente forman grupos con cerebros afines, no con pieles afines. Y no hablo sólo de lo que sucede en barrios populares. Si vas a la Moraleja un día de cole y pasas cerca de un colegio, verás que abundan los chavales con rasgos orientales o sudamericanos y también están mezclados con los hijos de españoles. Lo raro sería lo contrario, pues lo normal (al menos en este país) es que uno tenga amigos de su misma clase social, sean blancos, verdes o coloraos. Extraño sería que un asiático de clase alta se juntará con dos españoles de clase baja. De hecho, tendrían realmente difícil siquiera el conocerse, al vivir en distintas partes de la ciudad, e ir a distintos colegios.

Esto ha sucedido a lo largo de la Historia, los hijos de los reyes se han casado con otros hijos de reyes, fueran del país que fueren, pues lo importante no era su origen geográfico, sino la casta a la que pertenecían. Imagino a la pobre Victoria Eugenia, cual émula de Victoria Beckham, viniendo a casarse con Alfonso XIII. Buen mozo y buen heredero he cazado, pensaría la inglesita, antes de advertir que reinaba en el país del ajo, de la suciedad y del atraso. Probablemente se dio cuenta tarde de que Alfonso también era español. Y así nos fue durante años, una élite con gustos europeos en un país con atraso africano.

Anécdota: hace unos años, antes de la oleada de inmigrantes que ha llevado este país de 42 a
47 millones de habitantes, me encontraba oyendo un programa de radio junto a mi padre. Hablaban del racismo, más centrado entonces en el tema de los gitanos y de los negros (entonces aún pensábamos en racismo en términos de raza y no de bolsillo). Pues bien, una vez abierto el turno de intervenciones de la audiencia, llamó una señora que se identificó como "pudiente". Contó la señora que vivía en el centro de Madrid, y que junto a su casa habitaban un diplomático de un país africano y su
familia. La señora relataba que había hecho gran amistad con la esposa de su vecino y se sentía orgullosa de decir que esta mujer era de color. La oyente, con un parlar culto y cadencioso, nos dejó patidifusos cuando afirmó: "está claro, que, cómo ustedes pueden comprobar, yo no soy racista. A mí, los que no me gustan, son los pobres".

Pues bien, a mí tampoco me gustan los pobres, o, mejor dicho, no me gusta que la gente sea pobre. Por tanto no me gustan las iniciativas que fomentan los "ghettos". Dice ahora Esperanza Aguirre que no sería mala idea crear colegios de "dos velocidades", para no retrasar a los chavales con capacidades. El primer piloto es un "bachillerato de excelencia" para los 100 mejores estudiantes de ESO de la comunidad. No me gusta. Preferiría que luchara por elevar el nivel de todos en lugar de dar la batalla por perdida y quedarse sólo con los "buenos".


Esperanza debería pensar que los niños de hoy son los que mañana van a dar brillo y esplendor a nuestra lengua, a nuestra cultura y también, por supuesto, a nuestra economía. Invierte en ellos, Esperanza, en todos y no sólo en una minoría. No tires la toalla con los que van mal, sobre todo si su mayor falta es la falta de base educativa arrastrada por décadas de pobreza en otros países. Los inmigrantes están aquí y no se van a ir. Invirtiendo en ellos tendremos un futuro mejor para todos, y la señora de la radio estará tranquila al ver médicos, abogados y periodistas de piel oscura pero con un cerebro del primer mundo.

Como dice Roemer en la cita que inicia el post: "atrévete a imaginar", presidenta.
Vista de Tánger desde Punta Paloma (junto a Tarifa)


¡qué cerca! ¿no? ¿qué harías si fueras marroquí y no tuvieras futuro allí?

“¡Intrusos!” ,“hacen por cinco centavos lo que un negro hace por diez y un blanco por veinte”.


Esta es la reflexión de Bill el Carnicero cuando ve desembarcar a los emigrantes irlandeses en el puerto de Nueva York. Bill reina en el barrio de “Five Points”, un rincón marginal de la ciudad en 1870. Nieto de irlandeses, se hace llamar “nativo”, y cree tener más derechos que los recién llegados pues ha nacido en América. Los que bajan del barco han abandonado una Irlanda sin esperanzas ni recursos y buscan una salida en el nuevo continente. Él practica el robo y la extorsión, asesina … pero se queja porque los nuevos distorsionan los salarios.